Seleccionar página
Esther Berrendero Gómez | Profesora de Botánica UMH

Las plantas pirófilas son especies vegetales que pueden resistir al fuego gracias al desarrollo de adaptaciones morfológicas y fisiológicas. Existen tres estrategias de resistencia diferentes.

En primer lugar, se encuentran las plantas con resistencia pasiva, capaces de soportar fuegos con un avance rápido y bajas temperaturas. Es el caso de plantas suculentas como el Aloe vera, que acumula grandes cantidades de agua en sus hojas, o el alcornoque, que presenta una corteza muy gruesa y suberosa que actúa como aislante térmico.

En segundo lugar, están las plantas rebrotadoras, capaces de sobrevivir a un incendio si sus raíces no se ven afectadas. Algunos ejemplos son la encina o el palmito, especies que producen nuevos brotes aunque el resto de la planta esté quemada.

Por último, se encuentran las plantas germinadoras, cuyas semillas pueden resistir al fuego. En el caso del pino carrasco, natural de la Cuenca del Mediterráneo, las piñas se abren con el calor y liberan las semillas a gran distancia gracias a la existencia de un apéndice alado. Una vez finalizado el incendio, éstas pueden germinar sin encontrar competencia a su alrededor.

Sin embargo, la especie pirófila más destacada es el pino canario, ya que combina las tres estrategias y es la única conífera capaz de rebrotar tras un incendio moderado. Aunque las plantas pirófilas están adaptadas a la presencia del fuego, la periodicidad con la que se producen los incendios dificulta su supervivencia.